14 sept 2020

Una inscripción de un secutor florentino: Urbicus.

 

A partir del siglo III la decisión de si matar o dejar morir a un adversario en un espectáculo paso a ser de los gladiadores victoriosos.  Unas veces se les dejaba vivir, otras, en cambio, se ejecutaba al caído.  Esto daba mayor espectáculo a la lucha de gladiadores porque el público nunca sabía cómo iba a terminar la pugna puesto que los dos gladiadores podían ser amigos, enemigos, etc.

Aquí tenemos el caso del secutor Urbicus, en su epitafio (CIL, V, 5933) podemos leer:

D M
VRBICO SECVTORI
PRIMO PALO NATION FLORENTIN
QVI PVGNAVIT XIII
VIXSIT ANN XXII OLYMPIAS
FILIA QVEM RELIQVIT MESI V
ET FORTVNESIS FILIAE
ET LAVRICIA VXSOR
MARITO BENEMERENTI
CVM QVO VIXSIT ANN VII
TE MONEO VT QVIS QVEM VICERIT
OCCIDAT
COLENT MANES AMATORES IPSIVS

En ella dejaron inscrito "te moneo ut quis quem vicerit occidat" ("te recomiendo que mates a quien has vencido").  Podemos deducir, por esta frase, que Urbicus en juego anterior decidió dejar con vida al vencido, pero que esto fue la causa de su muerte, puesto que en una lucha posterior el vencido no tuvo clemencia con Urbicus.


Epitafio del siglo II o III d.C.  Estela. 

Sobre la inscripción aparece la imagen de un gladiador que sostiene una espada y un escudo, con un perro a sus pies. 

Gracias a la inscripción podemos saber que esta es para Urbicus, florentino, gladiador secutor de primera clase; que combatió 13 veces y que vivió 22 años; que tenía dos hijas: Olimpia, de 5 meses, y Fortuna; y que su mujer era Laurica con la que llevaba 7 años casado.



La estela se encuentra en el Antiquarium de Milán (Italia)



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