"No mencione la bárbara Menfis las maravillas de sus pirámides, ni el trabajo
asirio se jacte de Babilonia; no se alaben los afeminados jonios con el templo de
Diana, que el ara abundante en cuernos deje olvidar a Delos, y que los carios cesen
de ensalzar con elogios inmoderados hasta los mismos cielos el Mausoleo colgado en
el aire vacío. Toda obra humana debe ceder al anfiteatro del César, la fama celebrará
únicamente ésta por todas."
"Aquí en donde el coloso sidéreo contempla muy de cerca las estrellas y se
elevan en mitad de la vía altos andamiajes, irradiaban los atrios soberbios del fiero
tirano y había ya una sola casa en toda Roma. Aquí en donde se eleva la augusta mole
del hermoso anfiteatro estaban los estanques de Nerón. Aquí en donde admiramos las
termas, obra prontamente acabada, un campo inmenso había expropiado las casas
de los míseros ciudadanos. En donde el pórtico de Claudio proyecta sus amplias
sombras, venían a terminar las últimas construcciones del palacio imperial. Roma ha sido devuelta a sí misma y, contigo en el trono, César, hace las delicias del pueblo lo
que las hacía de su señor."
Marcial "Libro de los espectáculos", Epigramas I y II, traducción de José Guillén para la Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2004.
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