Voy a comenzar una sección nueva en el blog que llamaré "Empecemos a llamar las cosas por su nombre" o lo que es es lo mismo "Al César lo que es del César".
Resulta que hay un montón de palabras que vienen de la antigüedad y que desde siempre se ha hecho un mal uso de ellas, así que se han fosilizado en nuestra lengua. Estas palabras en su momento no tendrían ningún sentido porque no existían
El problema de estas palabras, además de que en su contexto original se desconocían, es que le damos un valor no real y las desvirtuamos y es una pena que teniendo una palabra que se acerca mucho más a la original la olvidemos.
La primera palabra para esta lista de "no traduzcas si no hace falta" o "tenemos una palabra mucho mejor que la que usamos" es:
Veamos qué es un esclavo:
La palabra, efectivamente deriva del latín sclavus, pero ¡ojo! viene del griego bizantino σκλάβος que a su vez deriva de σκλαβηνός que es propiamente "eslavo". Este era el nombre que se daba así mismos el pueblo eslavo, un pueblo que fue esclavo (ahora sí está bien utilizarlo) o esclavizado en el oriente medieval.
¡¡ORIENTE MEDIEVAL!!
Es decir, que un romano no tenía ni idea de lo que era un esclavo.
¿Entonces como llamaba un romano de la antigüedad a las personas que tenía obligadas a trabajar a su servicio y que eran de su propiedad?
¡¡SIERVO!!
Siervo, de la palabra latina servus.
¿Qué diferencia hay entre un siervo y un esclavo?
La diferencia se la debemos al mundo medieval. En la actualidad se considera que un siervo era la persona que recibía una vivienda y tierra para trabajar por parte de un señor feudal. Es importante tener en cuenta que esta clase de persona era un hombre libre. El esclavo en cambio era propiedad de su amo, pudiendo tratarlo como si fuese un objeto o un animal de su casa. Podía venderlo, regalarlo, intercambiarlo o alquilarlo.
Pero como decía: ¡¡¡EN LA EDAD MEDIA!!!
Por lo tanto no es correcto hablar de esclavos en Roma, pero si de siervos, aunque (como muchas palabras) con el tiempo evolucionaron y cambió su significado.
Es importante, para entender la antigüedad, contextualizar y eso es imposible si utilizamos palabras desvirtuadas con el tiempo. Columela, autor del siglo I d. C. que trataba el tema de los servi (plural de servus), nunca hablaría de esclavos en su obra De re rustica o De arboribus, simplemente porque era una palabra inexistente.
Así que a partir de ahora deberíamos hablar de SIERVOS en la antigua Roma y no de ESCLAVOS.
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