Manipulador, distorsionador, simplista, negacionista
científico y humanista, desconocedor (adrede) de la evolución histórica.
Utiliza como ejemplos de creaciones del mito a todas las
religiones, especialmente la cristiana y la musulmana, pero la judía (que es la
suya, no. Ya que entiendo que la considera la única verdadera, según él).
No hay que fiarse de un libro de "historia"
recomendado por famosos de la vida cultural, económica y política, pero que
carece de recomendaciones por parte de historiadores y filósofos. Desde luego,
si eres un lector asiduo y tienes una mente crítica, enseguida te darás cuenta
de que este libro sigue esa corriente populista y negacionista que está tan de
moda. Lo importante hoy no es conocer y saber; es conseguir llevar la razón,
aunque sea manipulando y mintiendo; conseguir que el otro crea que está
equivocado. Eso es lo que hace este
autor. Estas líneas argumentativas tienen un problema: que el autor se
contradice una y otra vez en sus ejemplos. Además de que para darles peso se
apoya en datos científicos, pero sabemos que esto es simplista y que todo es
mucho más complejo. La ciencia no es irrefutable y la se construye con
hipótesis y réplicas. Nada es blanco o negro en ciencia y menos aún en la
humanística. Manipular los datos tampoco lleva a dar una lección de realidad. No
se puede conseguir argumentar correctamente con datos seleccionados y tergiversándolos,
a no ser que el objetivo del autor sea llegar a su propia conclusión, es decir,
su opinión, no el hecho histórico.
Su éxito radica en que es fácil de leer y en que expone
ideas que de por sí son muy polémicas (nos encantan las ideas polémicas) y que
son complicadas de contraargumentar. Pesimista, destructivo, irónico. Un libro
para venderse como rosquillas, pero que no aporta nada a la ciencia histórica
ni a la divulgación científica.
Como lo mío es el mundo romano, y hace a él varias muchas referencias,
voy a poner algunos ejemplos:
Dejando de lado preguntas como ¿qué hubiese pasado si los
neandertales hubiesen servido en las legiones romanas? Pregunta que no tiene
cabida ninguna en un trabajo serio sobre Historia de la Humanidad. Fijémonos en
algunos ejemplos extraídos del libro:
Como especialista no entiendo por qué califica a los
legionarios romanos del siglo II como “teístas”, es decir, seguidores de theos
(dios) a la batalla. Afirma que
consideraban las prácticas religiosas de los demás como extrañas y heréticas. Dato
sin fundamento. Todos sabemos que los romanos, como todas las religiones
politeístas, tenían una religión sincrética, en la que todos los dioses tenían cabida
y eran asimilados y reinventados.
Retoma (¿cómo no?) la anécdota de que Calígula nombró cónsul
a su caballo favorito, Incitatus, cuando ya está más que asumido que era una
crítica hacia él que parece que tiene más visos de ser un reto hacia el senado
romano por parte del emperador.
El impero romano, afirma, se basaba en un orden imaginado
según unos mitos compartidos por los romanos.
Esta afirmación es simplista. El
imperio romano existió debido a muchas consecuencias de la evolución histórica
de Roma.
Comparar la Roma de Valente con la Tikal de Chak Tok Ich’aak
es de un simplismo absoluto. Sus
paralelos son puras coincidencias. Si el
autor quería buscar dos mundos que coincidiesen, sólo tenía que buscar en la
historia y alguno encajaría en su argumentación.
Afirma que el imperio romano hubiera sido complicado que se
mantuviera sin moneda, pero muchos imperios lo hicieron. El trueque era su
forma de intercambio. El imperio romano no basó su gobierno en la moneda. De
nuevo estamos ante una argumentación simplista, ya que fueron muchos otros
puntos en los que se apoyó.
La afirmación “los antiguos romanos estaban acostumbrados a
ser derrotados” no sé (ni explica) de dónde ha podido obtenerla.
Y así, un montón más de referencias, pero no quiero cansar
al lector. Mejor que lea el libro y juzgue él mismo. Eso sí, que comience su
lectura sabiendo qué tiene entre manos.
Populismo en forma de libro.