29 jun 2025

¿Podía un hombre libre convertirse en esclavo en la antigua Roma?


¿Nunca os lo habéis preguntado?  ¿Podía un romano libre convertirse en esclavo?  

La respuesta es complicada. Sabemos que hubo casos en los que sí, que una persona libre fue vendida como esclava.  Tres podían ser los casos:

- Por engaño

- Por castigo

- Por necesidad extrema

Aunque las leyes romanas intentaban proteger a los ciudadanos libres, no siempre funcionaba eficazmente y en la práctica las cosas eran muy diferentes.



Casos llamativos fueron, por ejemplo el de San Patricio (siglo V d. C.). Patricius era un joven britano libre capturado por piratas irlandeses y vendido como esclavo en Irlanda.  Su caso no era el único.  Los piratas campaban a sus anchas por los mares y estos hacían incursiones a las poblaciones portuarias, además de atacar a los barcos en alta mar. 

Conocemos, por ejemplo, del caso de Julio César, que cuando era joven fue capturado por piratas cilicios cerca de la isla de Farmacusa (mar Egeo).  Los piratas desconocían su identidad por lo que no sabían era un noble importante.  Lo mantuvieron cautivo 38 días y pidieron por él un rescate.  No llegó a ser vendido como esclavo, pero ese era el destino habitual en este tipo de casos.  Tras su liberación, César los persiguió, capturó y crucificó, cumpliendo lao que les había prometido en broma mientras estaba cautivo.  Puedes leer su historia completa en Plutarco, Vida de César.

Otro ejemplo es el de Publius Rutilius Rufus.  La historia de este personaje nos la cuenta Floro en su Epitome (2, 4, 7) y Apiano en Guerras Civiles (1, 28).  Rufus fue cónsul en el 105 a. C. Fue víctima de una persecución política y enviado al exilio.  En Asia, fue capturado por los piratas, que lo vendieron como esclavo.  Fue comprado por un ciudadano romano que reconoció su estatus y lo liberó.


Otro motivo por el que un libre podía ser vendido como esclavo era cuando se trataba de un fraude y sabemos que Adriano emitió edictos para castigar a los que vendían personas libres como esclavos, lo que indica que se trataba de un problema real. Se documentan casos en el Digesto de Justiniano como el de Lucius Ritius, libre que fue vendido por tal Saeius como esclavo, y luego reclamó su libertad.  La referencia está en el Digesto 40.12.23, donde se indica que si alguien libre era vendido como esclavo, podía reclamar su estatus y el vendedor sería castigado.

Casos de ventas de libres se documentan en el teatro.  Obviamente no son fuentes históricas como tales, pero las obras de teatro eran un termómetro de la época en la que eran escritas, puesto que reflejaban aquellos temas que preocupaba a los espectadores y realidades sociales conocidas.  Así, en la obra de Plauto, Los Cautivos, se plantea la historia de un joven libre que acaba esclavizado por error.

Un hombre libre también podía ser esclavizado por deudas o como castigo.  La nexum o esclavitud por deudas fue abolida en la República tardía. Esta permitía que un ciudadano libre quedara en servidumbre temporal.  Hay autores como Livio (Ab urbe condita II) que relatan casos de ciudadanos empobrecidos que acababan vendido ilegalmente por acreedores abusivos.  Como el de un veterano romano que, tras no poder pagar sus deudas, fue retenido y humillado como si fuera esclavo.


El último caso es el de los niños libres que eran vendidos por sus padres.  Aunque estaba prohibido, se sabe que durante épocas de crisis, había padres desesperados que vendían a sus hijos.  Algunos casos aparecen comentados en textos legales y de juristas como Ulpiano. Hay ejemplos epigráficos, pocos, pero los hay, aunque están envueltos en una ambigüedad jurídica.  Algunas lo indican de forma indirecta o se puede entender por contexto.

Tenemos el ejemplo de Marcus Aurelius Felix (AE 1998, 116) encontrada en el santuario de Leukios Basielus (Polonia) datada entre los siglos II-III d. C.  Felix, un antiguo esclavo dedica una inscripción al dios Leukios Basileus, agradeciendo haber recuperado su liberta.  En ella se identifica como libertus qui in pueritia sua a pertentibus suis venditus est (liberto que en su infancia fue vendido por sus padres).  Hay casos de niños muertos como esclavos pero que tienen el tria nomina lo que sugiere que debieron nacer libres y luego fueron esclavizados, ¿vendidos? ¿capturados? Como es el caso de Gaius Iulius Felix (CIL VIII, 27544) muerto a los 10 años, identificado como servus, pero con nomenclatura de ciudadano.  




También existen los casos de etiquetas halladas en mercados o puertos como el de Delos o Pompeya  que describen a niños a la venta con indicios de origen no esclavo puesto que no aparecen natus servus o un patronímico de dueño.  

Juristas como Ulpiano y Paulo (Digesto) citan casos de inscripciones de manumisiones en los que el origen libre del esclavo manumitido fue reclamado y confirmado.  Algunas inscripciones de tabellae patronatus aluden a libertos que proclamaron haber sido vendidos siendo libres, lo que a veces motivó la devolución de la libertad (Digesto 10, 12, 23).

Para saber más:

BRADLEY, K. (1994) Slavery and Society at Rome, Cabridge University Press.

MACMULLEN, R. (1981) "Free at Last! The impact of Manumission on Roman Freedmen",  Historia: Zeitschrift für Alte Geschichte, vol. 30, No. 3

GEORGE, M. (2011) Roman Slavery and Roman material culture, University of Toronto Press. 






22 jun 2025

Las irresponsabilidades en divulgación terminan convertidas en revisiones necesarias. El caso de Borea del MAN.

Las irresponsabilidades en divulgación terminan convertidas en revisiones necesarias. 
El caso de la tessera de Borea del MAN.

Un título muy largo para un tema muy controvertido: el intrusismo en divulgación y el daño que hace desconocer sus responsabilidades.  

La publicación de hoy espero que sea una reflexión para todos aquellos que nos dedicamos al mundo de la investigación, a los que se dedican a divulgarla y al público que recibe la información. Una cadena en la que cualquiera de las partes puede cometer un error, que para cualquier lego puede ser una tontería, pero que desencadena una serie de problemas, como si de piezas de un dominó cayesen una tras otra.

Hace unas semanas una persona acudió a mí preguntándome por un gladiador. Tal personaje era Borea y aparecía en una tessera que hoy se encuentra en el Museo Arqueológico de Madrid. Quería que corroborase que este personaje había nacido en su pueblo (Bedunia, hoy Cebrones del Río, en León). La única prueba para obtener todos los datos a los que se refería era esa pieza. Según parece, el luchador había tenido mucho éxito en los juegos gladiatorios.


Esta es la pieza a la que me refiero:



Fue encontrada entre Niebla y Moguer a orillas de Río Tinto y está fechada en el siglo I d. C. Sus medidas son 17 x 4,30 cm.

Podemos leer en la ficha del MAN (aquí):


"Placa de bronce de forma rectangular con cuatro orificios circulares en las esquinas, en los que se insertan argollas de la misma forma. En el lado menor izquierdo hay una argolla alargada decorada con incisiones y sujeta a la placa mediante un remache, de la cual colgaría la "tessera". El campo epigráfico desarrollado en cuatro líneas, se enmarca con una sencilla línea incisa que recorre toda la pieza."

La transcripción según la ficha del MAN:

CELER.ERBUTI.F(ilius). LIMICUS BOREA. CANTI (filio) BEDONIE (n) SI MVNERIS. TES(s) ERA(m). DEDIT AN(n)O. M (arco). LICINIO. CON (n)S(ule)

La traducción, de nuevo según la misma ficha:

“Celer, hijo de Erbutio, natural de la ciudad de los Limicos, dio esta tessera gladiatoria a Borea, hijo de Cantio, natural de Bedunia, el año del consulado de Marco Licinio.”

Y en la misma ficha se interpreta el texto de la siguiente forma:

“Celer nacido en Ginzio de Limia (Orense), es un organizador de juegos e hizo entrega de esta tessera al gladiador Borea, natural de Baedunia (cerca de La Bañeza, León), posiblemente en el año 64 de nuestra era.”


En 2022 el periódico “el diario” se hizo eco de la noticia (noticia completa aquí) y dio pábulo a una persona sin los conocimientos suficientes que cometió una irresponsabilidad:




El daño ya estaba hecho. Según la noticia, Borea fue un gladiador hispano de Bedunia conocido como uno de los más célebres del siglo I d. C. Destacado por su agilidad como provocador. Recibió una tessera de bronce (única de este material entre las 107 conservadas. Esto ya debería darnos que pensar, ¿verdad?) como símbolo de honor, otorgada por el lanista Celer alrededor del año 64 d. C., lo que evidencia su fama excepcional. La tessera confería a Borea un lugar privilegiado en el anfiteatro de Ilipula (Huelva), reflejando su estatus como gladiador de élite y figura respetada en todo el imperio. Según el periódico además se podía saber qué tipo de gladiador era Borea, un provocador.

La noticia fue publicada por varios medios en diferentes años.


Así “nuestra historia” lo publicó en 2023:




 En 2024 la noticia era publicada por Muy Interesante:





En enero de 2025 aparecía una novela que terminó por rematar la jugada. De ella se hacía eco el Heraldo de León. Obviamente es una novela. El autor puede tomarse todas las licencias que quiera. El problema está cuando defiende que es una historia real y así la entiende el lector. 





Hace ya tiempo que la pieza es parte de los estudios especializados. Grandes especialistas como José María Blázquez y María Paz García-Gelabert en 1988 decían que Celer era el gladiador (no Borea) y que entrega la tessera a Borea, una deidad local. Alberto Ceballos y David Ceballos, en su artículo de 2003, aceptaban el hecho de que Borea era un gladiador.

A partir de estos trabajos solo había que hacer que todo cuadrase (de forma muy chapucera, todo hay que decirlo) y así a Celer se le convertía en un lanista por arte de magia. Borea era un gladiador y que además era de tipología provocador. Todo el mundo se olvidó de que Blázquez ya adelantaba que Borea era una divinidad indígena de la Bética y que Piernavieja defendía que Borea era una deidad asimilada a Marte. No molaba tanto como tener a un gladiador súper famoso al que su lanista le entregaba la tessera con la que tenía asientos privilegiados en las gradas de un supuesto anfiteatro en Ilípula (hoy población de Niebla, en Huelva) edificio que probablemente ni existió.

Veamos qué ocurre si uno se para y lee la inscripción con detenimiento. Se verá que la interpretación es errónea y realizada con una gran cantidad de imaginación. Y es que, si se lee en algún sitio la palabra munusya se piensa que tiene que haber (a la fuerza) gladiadores de por medio.

Comencemos por decir qué es una tessera (tesserae en plural) era una ficha o placa pequeña, generalmente de hueso o cerámica (de bronce solo tenemos esta de la que aquí estamos hablando y, por las características de la misma, no se puede afirmar que se trate de espectáculo). Estos objetos eran utilizados en el mundo romano como entradas a espectáculos (anfiteatro, teatro o circo), bonos de distribución o incluso fichas de lotería o premios.


Ejemplos de tesserae son:




Aunque de las que más ejemplos tenemos son las siguientes:




Desde luego, nada que ver la que protagoniza esta publicación, como podemos ver.

Si ya partimos de que no es una tessera de entrada a juegos, quizá deberíamos hacer una revisión de dicha pieza a ver qué información nos aporta lo que en ella se escribió.

Dice así:

CELER·ERBUTIi·Filius·Limicus
BOREA·CANTIBEDONIEnSI
MUNERIS·TESsERAm·DEDIT
ANnO·Marco·LICINIO·COnSule

Si tenemos en cuenta todos los signos de separación entre las palabras y la distribución de las palabras mismas en las líneas, obtenemos la siguiente traducción (hecha por el filólogo en lengua latina y griega, J. R. Galindo Peñalver):

Celer, límico, hijo de Erbutius,
para Borea cantibedoniense
dio tessera de espectáculo
en el año del cónsul Marcus Licinius.

Si analizamos detenidamente la inscripción, vemos que Celer lo que hizo fue entregar la tessera (de espectáculo) al dios Borea. Todo ello el en año, eso sí, 64 d. C. Se trataría, por lo tanto, de una tessera entregada como exvoto a un dios, mucho más parecida a una tessera de hospitalidad que a las “entradas” para espectáculos.

Y todo esto que os he contado es para que veáis cómo dejar volar la imaginación puede acarrear problemas. De tener un gladiador y un lanista, incluso conocíamos su panoplia del luchador y su procedencia, hemos pasado a tener un dios indígena y a una persona que le entregaba al dios el dato de que había celebrado un espectáculo en el. 64 d. C. Ya está, nada más. Quizás (y esto ya es especular rozando lo novelesco) debido a que fue encontrado entre Moguer y Niebla, puede que hubiese un espectáculo de arena (¿gladiadores? ¿venatores? ¿otro tipo de espectáculo enmarcado en los munera?) en Ilípula (Niebla). Esta localidad no tiene ningún edificios de espectáculos que sepamos. Habilitarían por tanto un espacio para munera. Sabemos que Niebla fue municipio en época de Augusto. Aunque quizás este espectáculo se diese en otro lugar, quizás en Itálica, que se encuentra a unos 150 km. de donde se realizó el hallazgo. 

La verdad es que todo el resultado a mi me da la impresión de ser muy forzado. No tiene ningún sentido que Celes hiciera este tipo de ofrenda a un dios local. A mi esta traducción no me convence nada de nada. 

Pero… ¿Y si hiciéramos otra lectura de la inscripción? Volvamos a mirar la original:

CELER·ERBUTIi·Filius·Limicus
BOREA·CANTIBEDONIEnSI
MUNERIS·TESsERAm·DEDIT
ANnO·Marco·LICINIO·COnSule

Lo que mas nos “molesta” es la palabra muneris, el nominativo de esta es munera. Esta palabra tiene muchas más acepciones que la de “espectáculo romano”.

Munera puede traducirse también como “regalo”, “don” y “ofrenda”.  Si lo traduzco de esa forma obtengo el siguiente resultado:

Celer, límico, hijo de Erbutius,
para Borea cantibedoniense
dio tessera de ofrenda
en el año del cónsul Marcus Licinius.

Con este matiz lo podemos encontrar en Cicerón , por ejemplo, cuando en "contra Verres dice" (2, IV, 66, 12): 

Cum ille se et religione Iovis Capitolini et hominum existimatione impediri diceret, quod multae nationes testes essent illus operis ac muneris, iste homini minari acerrime coepit, 

que su traducción en castellano es: 

"Al responderle aquél que se hallaba atado por el voto a Júpiter Capitonio y por la opinión de la gente, dado que muchos pueblos eran testigos de aquella obra y regalo."

Como vemos, Cicerón utiliza muneris con ese significado de "regalo" (podría ser ofrenda) en contexto religioso y coincide en que se trata de un genitivo singular, como en de la tessera del MAN.

Además, tipos de tesserae había más y que nada tenían que ver con el mundo del espectáculo. Había tesserae frumentariae cuyo uso era para distribución de trigo u otros víveres a ciudadanos romanos; tesserae hospitales, símbolo de hospitalidad entre familias o individuos; tesserae nummulariae que eran identificaciones de oficiales de la casa de la moneda; tesseare magicae o amuleti, como su nombre indica eran amuletos o fichas mágicas con fines protectores o religiosos; tesserae militares o legionis para identificación dentro del ejército o comunicación interna; tesserae fiscales o annonariae, con el registro de las obligaciones fiscales o censales; y por último, la tipología a la que esta corresponde, tesserae votivae, fichas o tablillas, normalmente de plomo o bronce, ofrecidas en santuarios como parte de una promesa o agradecimiento a una divinidad. 

Para mi tiene mucho más sentido y más lógica que la traducción tradicional que es mucho más forzada.

Así que nada que ver ni con lanistas, ni gladiadores, ni espectáculos.  Todo es mucho más simple.  Este es el caso de una tesserae votivae, es decir, una donación, un regalo, un don para el dios Borea, una deidad de la que no conocemos nada y que cuyo culto era bastante local. que hace Celer, en el año 64 d. C.











15 jun 2025

¿Sabías que nunca existió un "primer triunvirato"?



¿Sabías que nunca existió un "primer triunvirato" (triumvirātus)? Y veremos cómo lo del segundo está un poco cogido por los pelos.

Seguro que has oído hablar un montón de veces del primer y el segundo triunvirato, pero ¿sabías que es un error? ¿Que sólo existió un triunvirato y fue el segundo? Déjame explico…

Comenzaré por explicar qué es un triunvirato.

Un triunvirato (del latín triumvirātus, “junta de tres hombres”) es una magistratura por la que tres personas podían compartir el poder en Roma. Dicho más claramente, se trata de una junta o grupo de tres con autoridad compartida. Así, en la Roma republicana, un triunvirato podía ser una magistratura formal: un órgano oficial con tres magistrados que ejercían poder conjunto. Podía o no ser ocasional.

En la historia de Roma hubo un solo "triunvirato" (después veremos cómo esta denominación no es tampoco correcta en este caso), aunque siempre leemos que fueron dos.

La primera asociación (mal llamado triunvirato) fue la que se dice que formaron: Cayo Julio César, Cneo Pompeyo Magno y Marco Licinio Craso.


Un poco de contexto político:

El primero, Julio César, quería un puesto como cónsul y el mando militar en la Galia; el segundo, Pompeyo, quería ratificar sus asentamientos para veteranos tras las campañas de Oriente, y el tercero buscaba prestigio político-militar y recuperar el dinero de algunas inversiones. Además, los tres querían vencer la oposición senatorial, especialmente la de los optimates, y utilizar su influencia para aprobar leyes, obtener cargos y repartirse las provincias.

En la llamada “Conferencia de Lucca” (56 a. C.), reafirmaron el pacto: Pompeyo y Craso lograron el consulado juntos. Se extendieron los mandatos de César y se repartieron los gobiernos provinciales. Durante el consulado de César (59 a. C.), aprobaron una ley agraria (Lex Iulia Agraria) para reasentar a veteranos de Pompeyo; ratificaron sus campañas en Oriente; consiguieron los consulados para Pompeyo y Craso (55 a. C.); y renovaron de forma prolongada los mandatos militares para César en la Galia y las gobernaciones para los otros dos.

Finalmente, esta asociación se rompió debido a la muerte de Craso en Carras (53 a. C.), lo que produjo un desequilibrio; la muerte de Julia (54 a. C.) terminó con el vínculo familiar entre César y Pompeyo; la rivalidad entre ambos desembocó finalmente en una guerra civil (49 a. C.).

¿Por qué no podemos llamarlo triunvirato?

Primero (y muy importante), la palabra “triunvirato” no aparece en los autores antiguos. Fue acuñada por primera vez en 1681, aunque se comenzó a utilizar de forma más extendida en los siglos XVIII y XIX entre los eruditos ingleses y franceses.

En la antigua Roma se hablaba de asociación, conspiración o con términos burlescos como “monstruo de tres cabezas”. Así, Varrón (contemporáneo de los tres políticos) lo llamó tricaranus, literalmente “monstruo de tres cabezas”. Aunque la obra no se conserva, diversos autores lo citan. Suetonio lo llama societas, es decir, “asociación” o “alianza”, y Tito Livio utiliza conspiratio, es decir, “conspiración”.

Más allá de que esta palabra no existiera, sí sabemos que el "segundo triunvirato" fue una asociación aceptada legalmente. Esto se debe a que el primero no fue una institución oficial. Nunca fue reconocida, es decir, que no existió nunca ninguna orden ni ningún decreto legal que estableciera un poder colegiado. Cosa que sí ocurrió con el segundo, que formó magistraturas legales con autoridad estatutaria.

Así que lo explico con otras palabras: esa primera asociación (el mal llamado "primer triunvirato") no tuvo un carácter formal y fue un acto secreto. Fue una coalición privada y encubierta. No fue un acuerdo público. Esta no aparecía en ningún registro legal. Y aunque se cita el Pacto de Luca (56 a. C.) fue una renovación de la alianza, fue informal y privada.

En realidad fue una asociación que no tuvo una fecha de partida; fue una coalición que se fue formando de forma paulatina, aunque se toma el 59 a. C. como una fecha aproximada para el primer paso, cuando César, que ya era cónsul, fue respaldado por Pompeyo y Craso en sus iniciativas legislativas. Además, se unía a todo ello que no había un reparto claro de poder ni tenían funciones colegiales. Cada uno de los tres políticos tenía autonomía para gobernar en sus provincias y seguían operando bajo las magistraturas normales, sin poderes adicionales compartidos. Nunca formaron un colegio magistral con competencias comunes ni imperium conjunto.

Finalmente, y con esto zanjo el tema, la alianza se basaba en intereses personales, no en un proyecto común. Por este motivo duró la alianza mientras Julia seguía casada con Pompeyo; al morir esta y también Carso, la ruptura entre Julio César y Pompeyo fue un hecho.

Y entonces, ¿por qué "segundo triunvirato” para el de Augusto, Marco Antonio y Lépido?


Pues partimos de la misma premisa inicial: “triunvirato” es un término moderno. Los romanos denominaban a esta asociación Triumviri Rei Publicae Constituendae Consulari Potestate, es decir, “los tres hombres para la restauración de la República con poder consular”. A veces aparece abreviado en monedas y documentos como III VIR R P C. Es decir, que en las fuentes romanas (epígrafes, monedas, fastos, etc.) aparecen los triunviros identificados por ese título, no por "triunvirato"; son "tres triunviros".

¿Por qué este segundo caso sí es una asociación de triunviros y el primero no?

Este segundo fue una magistratura colegiada legal. Se creó mediante la Lex Titia (43 a. C.). Tenía facultades extraordinarias. Podían aprobar leyes, proscribir enemigos y designar magistrados. Se basó en una comisión formal con imperium mayor que el de los cónsules y tenía una duración de cinco años (43 a. C. a 38 a. C.).  Tuvo dos mandatos formales de cinco años (43–38 y 38–33 a. C.). Después se disolvió de forma definitiva.

Esta asociación nació en medio de la guerra civil tras el asesinato de César. Implicó proscripciones, campañas militares (Filipo, Actium) y redistribución explícita de provincias. Tenía base constitucional clara e instituía un poder colegiado autorizado por el Senado y el pueblo romano. Además de que consolidó un poder autoritario mediante purgas y reconstrucción del Estado, para luego desembocar en la rivalidad y victoria de Octavio sobre Antonio en Actium (31 a.C.), marcando el fin de la República y el inicio del Imperio.

Para saber más, os recomiendo este libro:

La crisis de la República (133–44 a.C.) de Francisco Pina Polo para la ed. Síntesis.





8 jun 2025

Los dioses griegos no son los romanos y hace mucho que lo sabemos

 



Hay tradiciones erróneas con las que es muy difícil terminar. Una de ellas, quizás una de las más arraigadas, está en la mitología. Siempre leemos que Zeus es Júpiter, Afrodita es Venus, Marte es Ares. La realidad es que los dioses griegos no son los romanos.

Aunque ya existían contactos culturales entre griegos y romanos desde el siglo VI a.C., fue el poeta romano Ennio (239–169 a.C.) quien popularizó por primera vez la idea de que los dioses romanos correspondían a los griegos, utilizando una fórmula que comparaba a los “Doce Dioses Mayores” de Roma con los del panteón olímpico griego. Ennio tradujo a los dioses griegos con nombres latinos en su obra Annales, ayudando a fijar esa equivalencia.

La principal razón por la que los romanos identificaron a sus dioses con los griegos (considerándolos los mismos con distintos nombres) fue una combinación de estrategias culturales, políticas y religiosas.

La primera fue la asimilación cultural, llamado sincretismo. Los romanos eran muy prácticos y absorbían elementos que les resultaban útiles de los pueblos con los que entraban en contacto. No solo los pueblos griegos, como es en este caso. También de egipcios, fenicios, etc.

La segunda, una necesidad de equivalencia teológica. Cuando entran en contacto con otros pueblos, necesitaban comprender y organizar los sistemas religiosos extranjeros. Así que se esfuerzan por establecer un lenguaje común.

La tercera, el control ideológico y político, lo que les lleva a una necesidad de unificar panteones, lo que facilitaba la tarea. Los romanos no destruían los templos de otros pueblos; eran demasiado supersticiosos como para atreverse a ofender a los dioses, aunque no fuesen de su misma religión. Para ellos, unificar los dioses que se veneraban era más ordenado y comprensible.

La cuarta razón, la influencia de la literatura y la filosofía griega. Ennio, Cicerón, Virgilio u Ovidio escribían inspirados por Homero y Hesíodo. Lo que hicieron fue adaptar los dioses griegos a los latinos.

La quinta: lo que estaban haciendo los romanos con sus dioses ya lo hacían los griegos con los suyos mucho antes. Por ejemplo, con la aparición de Afrodita adaptada de la diosa próximo-oriental Astarté.

Y lo más curioso de todo esto es que no es una novedad. Ya a principios del siglo XX, Jane Ellen Harrison (1850-1928) lo dejaba por escrito en su Myths of Greece and Rome (1928), traducido a nuestro idioma en varias editoriales como La piel bajo el mármol.

Harrison decía:

"El estudio de la mitología griega ha estado sometido desde hace mucho tiempo a dos graves problemas. El primero, que hasta aproximadamente finales del siglo XIX o principios del XX, a la mitología griega siempre se la ha estudiado a través de un filtro romano o alejandrino. Hasta hace muy poco era normal llamar a los dioses griegos por sus nombres latinos: Zeus era Júpiter, Poseidón era Neptuno, Hera, Juno. No vamos a perder el tiempo haciendo leña del árbol caído: esa costumbre ya ha tocado a su fin. Ahora sabemos que Júpiter, a pesar del parentesco, no es lo mismo que Zeus; Minerva a todas luces no es Atenea. No obstante, perdura un error, muy peligroso por más sutil: hemos dejado de lado los nombres latinos, pero seguimos inclinándonos por conferir naturalezas latinas o alejandrinas a los dioses griegos, seguimos convirtiéndolos en dioses de juguete de una literatura tardía, artificial y enormemente ornamental". (Ed. Siruela)

1 jun 2025

Algo nuevo se está cociendo: Ecos de tinta




Dejo aquí esta corta publicación para anunciaros que a partir de ahora "Ecos de tinta" se convierte en mi blog de reseñas críticas sobre libros (ensayo y novela) de historia antigua.

Realmente se trata de un trabajo ya estaba realizando en mi Istagram, pero que he creído mucho más práctico publicarlo de forma accesible a todos mis seguidores e ineresados en la lectura. En las redes sociales debido a la cantidad de publicaciones que hago se quedaban invisibilizadas mis reseñas y valoraciones. Publicándolo de esta forma queda mucho más a mano de todos, aparecen los libros en las búsquedas por web y encontrar el título deseado es mucho más rápido.

Espero que os animéis a compartir lo que publique y a seguirme en aquel otro espacio.

En "Arqueología en mi jardín" seguiré publicando temas relacionados con la arqueología, el arte y la historia antigua o aquello que crea interesante.

Gracias por seguirme y estar siempre ahí.