30 jun 2013

Virtualización de las Atarazanas de Valencia

Pablo Aparicio Resco me ha dado permiso para publicar su video donde hace una virtualización de las Atarazanas de Valencia muy interesante, además de denunciar públicamente el despilfarro que se ha hecho en Valencia y lo olvidado que tenemos el patrimonio de nuestra ciudad.



Este video forma parte de su Trabajo de Final de Master.  Me ha parecido tan genial su propuesta para dar a conocer este edificio que no he podido dejar de publicarlo aquí para que todo el mundo conozca lo que está pasando en Valencia, otro de los edificios importantes que tiene mi ciudad y dar a conocer a este amigo que visto lo visto seguro que se abre paso en este mundillo sin ningún problema.

14 jun 2013

Heródoto nos cuenta sobre las momias egipcias




"Hay gente establecida para este trabajo y que ejerce este arte.  Estas gentes, cuando les llevan un cadáver, muestran a quienes se lo han traído modelos de muertos en madera, pintados al natural.  Y dicen que el embalsamamiento mejor es el  de aquél cuyo nombre creo irreverente mencionar en semejante asunto; luego muestran el segundo tipo, inferior al primero y más barato, y después el tercero, que es el más barato.  Dadas estas explicaciones, preguntan a los clientes de qué manera quieren que se les prepare el muerto.  Entonces los clientes convienen un precio y se retiran, y los embalsamadores se quedan en sus talleres y de la manera que sigue se ponen a embalsamar con sumo cuidado.  Primero, con un gancho de hierro extraen el cerebro por las ventanillas de la nariz, en parte por acción del hierro y en parte gracias a drogas que vierten en la cabeza.  Entonces con la piedra etiópica cortante hacen una incisión a lo largo del flanco y sacan todos los intestinos, que limpian y purifican con vino de palma, y los purifican de nuevo con aromas pulverizados.  Después llenan el vientre de mirra pura pulverizada, de canela y de toda clase de aromas excepto incienso, y lo vuelven a coser.  Y hecho esto, salan el cuerpo cubriéndolo con natrón durante sesenta días, y no deben salarlo más tiempo que éste.  Y cuando han transcurrido los setenta días, limpian el muerto y envuelven todo el cuerpo con vendas cortadas de una tela de lino muy fino, untándolas por debajo con goma, que los egipcios ordinariamente emplean en vez de cola.  Entonces los parientes recogen el cuerpo, encargan una caja de madera en forma de hombre; y cuando la tienen hecha meten en ella al muerto, la cierran y así la guaran en una cámara funeraria, donde la colocan derecha contra el muro.  Así preparan los cadáveres de la forma más cara.  Pero en cuanto a los que quieren un tratamiento medio y desean evitar grandes gastos, los preparan como sigue.  Llenan unas jeringas de aceite de cedro y con ellas llenan el vientre del muerto, sin hacer la incisión y sin quitar los intestinos, sino inyectando el líquido por el ano y evitando su retroceso, y salan el cuerpo durante el número de días prescrito.  Y el último día retiran del vientre el aceite de cedro que antes habían introducido; y el aceite tiene tanta fuerza que arrastra consigo, disueltos, los intestinos y las entrañas; en cuanto a las carnes, las disuelve el natrón, y no queda del muerto más que la piel y los huesos.  Y hecho esto, devuelven así el cuerpo, y a ya no se ocupan más de él.  Pero la tercera manera de embalsamar, que sirve para preparar los cuerpos de los pobres es como sigue.  Limpian el vientre con una purga, conservan el cuerpo en sal durante los setenta días y luego lo devuelven para que se lo lleven."



Heródoto "Hisotiras" Libro II  -  86
Traducción de Jaime Berenguer  Amenós
CSIC, 1971

12 jun 2013

Beatrice de Cardi: "mucho mejor que Indiana Jones"




Cuando ayer mi amigo David Israel Sarmiento me dejó colgado en Facebook este video no pude dejar de pensar: "¡¡yo de mayor quiero ser como ella!!".  Lo que cuenta en él es fascinante así que he buscado algo de información sobre esta arqueologa de 93 años.




Beatrice E. de Cardi nació el 5 de junio de 1914.

Arqueóloga especializada en el estudio del Golpe Pérsico y la región de Baluchistán en Pakistán.  Presidente de Estudios Árabes y anteriormente Secretaria del Consejo de Arqueología Británico desde 1949 hasta 1973.



De Cardi recibió su primera formación como asistente en las excavaciones llevadas a cabo por Sir Mortimer Wheeler en Maiden Castle, al sur de Inglaterra.  Tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en comisario auxiliar de comercio en Karachi, Nueva Delhi y Lahore donde llevó a cabo estudios arqueológicos en el oeste de Baluchistán.  Recogió materiales de superficie en Jhalawan y después llevó a cabo excavaciones en el Golfo Pérsico poniendo en marcha una serie de expediciones en los Emiratos Árabes Unidos de donde se trajeron los primeros ejemplos de cerámica de Ubaid de la región.




De su trabajo de campo en general ella misma ha dicho "nunca he tenido ninguna dificultad [...]  Yo no soy una mujer o un hombre cuando estoy trabajando en el Golfo o en cualquier otro lugar.  Soy un profesional y ellos siempre aceptaron esto".  Gracias a su investigación se identificaron una serie de nuevos lugres datados desde el neolítico hasta la Edad Media.






Algunos de sus libros:

De Cardi, Beatrice. Archaeological Surveys in Baluchistan, 1948 and 1957. London: Institute of Archaeology, 1983.

De Cardi, Beatrice. The De Cardi Family in Britain. London, 2006.

De Cardi, Beatrice. Excavations at Bampur, a Third Millennium Settlement in Persian Baluchistan, 1966. New York: American Museum of Natural History, 1970.

De Cardi, Beatrice, and D. Brian Doe. Archaeological Survey in the Northern Trucial States. Rome, 1971.

Phillips, C. S., Daniel T. Potts, Sarah Searight, and Beatrice De Cardi (eds.). Arabia and its neighbours: essays on prehistorical and historical developments presented in honour of Beatrice de Cardi. Turnhout: Brepols, 1998.

Información extraída de wikipedia 

9 jun 2013

Vista del Jardín de la Villa Médicis de Velázquez en Apocalipsis Z de Manel Loureiro

Por fin he terminado mis exámenes y con ello retomo las buenas costumbres como leer mucho y de variados temas.

Hoy, leyendo un libro que no tiene nada que ver con la Historia, ni la Arqueología, ni el Arte, no he podido evitar emocionarme, aquí copio y pego.  Y es que las personas, en su maraña del día a día, olvidan lo frágil que es la vida, pero también lo frágil que es la historia y el arte.  Y es que la vida se termina pero nuestra herencia y nuestro legado estamos obligados a respetarlo, guardarlo y amaro, para que perdure.  Pocas veces se recuerda esto al  público general desde su lugar profano,  normalmente es desde la especializada silla de un científico dedicado a ello, así que cuando alguien ajeno a nuestra ciencia hace algo así emociona leerlo.


"Viktor estaba fuera del vehículo, con la otra mochila a sus pies, y permanecía embobado mirando a su alrededor. Apocos metros de nosotros, las taquillas dormían, abandonadas y solitarias, mientras sobre las pilas de folletos y guías se acumulaba una gruesa capa de polvo. 

-Es una pena lo de este sitio -comentó pensativamente el ucraniano-. El día menos pensado habrá un incendio, la mitad de la ciudad arderá hasta los cimientos sin que nadie haga frente al fuego, y entonces, todo lo que hay aquí dentro se convertirá en cenizas. Es una jodida pena, ¿no crees? 

Me quedé en silencio por unos instantes. De pronto, siguiendo un súbito impulso, comencé a caminar hacia el interior del edificio a pasos apresurados. Viktor, confundido, me siguió a corta distancia. 

-¿A dónde vas? -me preguntó, con los ojos muy abiertos-. ¡Los accesos a la terraza están por allí!

-Será sólo un minuto -le respondí, sin dar más detalles-. ¿Puedes dejarme tu cuchillo, por favor?

-¿Mi cuchillo? Sí, claro -dijo el ucraniano, sorprendido, mientras me lo pasaba-. Pero

¿para qué…?

-Sólo un instante, Prit, te lo prometo -dije mientras cogía el puñal que Viktor me alcanzaba.

Mi cabeza pensaba a toda velocidad. Era imposible salvar todos aquellos cuadros, pero al menos podríamos llevarnos uno o dos. La pregunta que me hacía era cuáles, de entre toda la enorme colección del museo.

Nos habíamos metido en las salas del siglo XVII. Colgadas desde una pared, las Meninas nos contemplaban tristemente, como adivinando que en muy poco tiempo serían pasto de las llamas. Desalentado, comprendí que cualquier cuadro de aquella planta era demasiado grande para que me lo pudiese llevar, incluso aunque lo desmontase del marco. De golpe, me fijé que en un rincón había un óleo de muy pequeño tamaño. Me acerqué a la carrera y lo contemplé.

Era un paisaje muy pequeño, un jardín lleno de cipreses, con un elegante arco de mármol blanco al fondo. El arco estaba cubierto con unas tablas mal colocadas y desde un nicho a la derecha, un dios griego contemplaba pensativamente al espectador, mientras unos personajes en primer plano conversaban de manera apacible. Aquel cuadro transmitía una inmediata sensación de paz y tranquilidad absoluta. El autor había conseguido, con el talento de un verdadero genio, atrapar un instante de calma y sosiego en una calurosa tarde de verano.

Rodeado de los majestuosos y enormes retratos de reyes y reinas muertos muchos siglos atrás, aquel pequeño óleo brillaba sin embargo con luz propia. Tenía mucha más fuerza y vida propia que cualquiera de los óleos que lo acompañaban en la sala. La placa situada debajo ponía VISTA DEL JARDÍN DE LA VILLA MÉDICIS y un poco más abajo, el nombre del autor, VELÁZQUEZ.

Sería aquél, pues. Descolgué el cuadro de la pared y lo apoyé boca abajo sobre un banco. En tiempos normales aquello habría disparado instantáneamente una alarma y antes de que hubiese podido ni siquiera respirar habría tenido a media docena de guardias armados a mi alrededor. Sin embargo, ni un solo ruido se oyó cuando comencé a soltar una a una, con la punta del cuchillo de Viktor, las grapas que unían el lienzo al bastidor. Cuando lo tuve suelto, lo enrollé cuidadosamente, hasta formar un tubo de poco más de cuarenta centímetros de alto y un dedo de grosor y lo metí en la funda vacía de los virotes, que llevaba adosada al muslo.

-Muchas gracias -le dije a Viktor mientras le devolvía su cuchillo.

-¿Por qué has hecho eso? -me preguntó el ucraniano, perplejo.


-Porque tenía que hacerlo. Esos medicamentos que llevamos en las mochilas son importantes, sin duda, pero esto -contesté impotente mientras señalaba los lienzos que colgaban a nuestro alrededor-, esto es igual de importante, Viktor. Es nuestra herencia, nuestro legado, la suma de todo lo que somos. Cuando todo esto se pierda una parte de nosotros se perderá para siempre. Cuando esto desaparezca, y eso sucederá dentro de muy pocos meses, o años, la civilización será un poco menos brillante. No podemos llevárnoslos todos, Viktor, pero al menos tratemos de salvar uno. Aunque sólo 
sea uno.

-De acuerdo -suspiró el ucraniano, arrastrándome de un brazo hacia las escaleras-. Pero vámonos de una vez, si no quieres que corramos la misma suerte que estas pinturas. 

Mi mirada se paseó por última vez sobre aquellos lienzos famosos. Desde su caballo, Carlos V se despidió con una expresión burlona en el rostro, como si supiera que nosotros seríamos los últimos visitantes que recorrerían aquella sala.

"




Del libro "Apocalipsis Z.  Los días oscuros".  Manel Loureiro.